El Gobierno argentino comprará aviones espía para vigilar la
frontera norte
El Gobierno asegura que con mayor capacidaad de movimiento
aéreo se fortalecerán los controles en la frontera norte. Dos proyectos están
en el escritorio de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich.
Por un lado se analizan ofertas para la compra de dos aviones espías con
capacidad de radar y de cámaras para monitorear potenciales pistas ilegales de
aterrizaje y guiar las operaciones terrestres sobre esos puntos. Más avanzadas
están las gestiones para adquirir dos aviones de transporte de tropas.
En este último caso, la evaluación oficial terminó por poner
en el primer lugar en el orden de preferencias al modelo ítalo-francés ATR72.
La idea del Ministerio de Seguridad es dar a la Gendarmería una importante
movilidad propia. Esas aeronaves tienen capacidad para el traslado de 60
efectivos con sus pertrechos y evitaría los largos transportes terrestres de
los destacamentos móviles, situaciones que provocaron dos accidentes mortales
en los últimos años.
En diciembre pasado perdieron la vida 43 gendarmes al
desbarrancarse un ómnibus en la ruta nacional 24, en las cercanías de la ciudad
salteña de Rosario de la Frontera. Ese grupo viajaba desde su base en Santiago del Estero hacia Jujuy. En junio de 2012 murieron nueve gendarmes al chocar un
ómnibus que llevaba a los efectivos contra un camión, en Chubut. Con aeronaves
propias esperan que no se repitan esas experiencias mortales en los movimientos
de fuerzas federales.
ATR-72 |
Si bien no trascendió el monto de esa inversión, otros
países latinoamericanos, como el caso de Perú, optaron por esas aeronaves en
programas que alcanzaron los cien millones de dólares para la adquisición de
dos unidades.
De todas maneras, esa clase de sistemas tienen costos que
dependen no sólo del valor del avión sino de los convenios para futuras
reparaciones, la provisión de repuestos y el adiestramiento específico de las
tripulaciones.
Más vigilancia
El proyecto que involucra a los aviones de guerra
electrónica se encuentra en la etapa de evaluación de alternativas de compra,
ya que en los despachos oficiales se aguardan definiciones sobre la posibilidad
de negociaciones directas entre países.
El mes próximo la ministra Bullrich y el secretario de
Seguridad, Eugenio Burzaco, viajarán a Israel para la cumbre de jefes de
seguridad interna y ciberseguridad que se realizará en Tel Aviv, entre el 14 y
el 17 de noviembre. En esa ocasión habrá una exhibición de equipamiento de
última generación en materia de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, y
se espera que los enviados suscriban acuerdos y, eventualmente, algún
precontrato de compra.
La Argentina no cuenta hoy con aeronaves de guerra
electrónica, ya que las últimas similares fueron desactivas en 2006 tras un
accidente. Ese año se precipitó a tierra un Mohawk del Ejército: fue en Los Polvorines,
casi inmediatamente después del despegue de Campo de Mayo, y murieron el piloto
y el copiloto. En esos años la Gendarmería aprovechaba informalmente algunos
vuelos de entrenamiento de los pilotos del Ejército para conseguir información
sobre potenciales pistas de aterrizaje irregulares.
Los aviones espía formarán parte de un proyectado 'escudo
tecnológico' de protección de la frontera norte. Ese plan incluye la compra de
globos aerostáticos con capacidad de visualizar grandes extensiones de terreno.
Esa compra de tecnología de origen israelí tiene conversaciones muy avanzadas.
En ese caso se negocia por el sistema SkyStar, basado en un
globo aerostático que ubica una cámara a 600 metros de altura. Con esas
imágenes se puede identificar vehículos a 15 kilómetros de distancia.
Por otra parte, el transporte aéreo de la Gendarmería será
reforzado con los dos helicópteros de transporte de tropas UH1H que habían sido
transferidos desde el Ejército pero que estaban en tierra por un problema de
seguros vinculados con la empresa constructora, la norteamericana Bell.
El visto bueno de Estados Unidos
Más allá de la dotación aérea que tendrá la Gendarmería, el
Gobierno consiguió la aprobación de los Estados Unidos para la compra de 24
aeronaves T6 C Texan II, biplazas de turbohélice que serán operados por la
Fuerza Aérea para el adiestramiento avanzado de pilotos y para el control de
vuelos ilegales. Un comunicado oficial del Departamento de Defensa
norteamericano informó en agosto pasado sobre esa operación, con un costo de
300 millones de dólares. También Brasil ofreció 24 Super Tucano pero hasta el momento no se sabe si se optará por comprar esos entrenadores brasileños también usados por EEUU para atacar a las tropas en Medio Oriente y no los Beechcraft T6 C Texan II.
La Casa Rosada comprometió importantes inversiones en
unidades aéreas al encontrarse con la mayoría de los aviones casi desactivados.
Incluso la flota aérea presidencial fue dejada en tierra. Otro sistema de
transporte, el Fokker 27, voló por última vez la semana pasada. Algo similar
ocurre con los interceptores de la Fuerza Aérea, cuyos aviones Mirage fueron
dados de baja, sin reemplazo. En busca de cazas livianos el Ministerio de
Defensa maneja como opciones el K50 coreano, al que fueron a probar pilotos
argentinos el mes pasado, y el M346 italiano.
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