Lo consideran un primer paso para que , en 20 años, se puedan realizar vuelos comerciales con energías limpias
El primer vuelo de un avión eléctrico sobre el canal de la
Mancha se concretó el 10 de junio desde el aeropuerto de Lydd, en Inglaterra,
hasta el de Calais, en el norte de Francia.
El inédito vuelo se concretó con éxito un pequeño avión de
color blanco ( el E-fan de la compañía Airbus) aterrizó de forma silenciosa a
las 6 de la mañana (hora argentina) sobre la pista del aeropuerto de Calais,
tras haber sobrevolado el canal de la Mancha.
Se trata del primer avión de propulsión eléctrica en
realizar este recorrido, para el que empleó 40 minutos a unos 140 kilómetros
por hora desde la costa inglesa hasta la francesa.
El piloto del vuelo, Didier Esteyne, es además el encargado
del diseño de este aparato que empezó a gestarse a finales de 2011 y que se ha
convertido en “un sueño de infancia” hecho realidad.
Esteyne sucede a Louis Blériot, el primer hombre en
sobrevolar el canal de la Mancha, hace 106 años, a pesar de que Esteyne ha
rechazado cualquier comparación tras el aterrizaje.
“Lo que hemos hecho hoy es histórico pero no heroico, porque
a diferencia del viaje que emprendió Blériot nosotros tenemos a todo un equipo
detrás y también contamos con la tecnología necesaria para demostrar que un
vuelo eléctrico es viable”, matizó Esteyne.
Tras meses de investigación y desarrollo en los que un
pequeño equipo de Airbus trabajó en modo “startup”, el proyecto se presentó en
2013 en el Paris Air Show y 18 meses después tuvo lugar el primer vuelo en
Burdeos (Francia), en abril de 2014.
El artefacto, que pesa cerca de 600 kilos y tiene una
longitud de 6,67 metros por 2 de altura, alcanza una velocidad máxima de 220
kilómetros por hora y tiene capacidad de vuelo para aproximadamente una hora.
El sistema del E-Fan se caracteriza por estar compuesto de
una serie de baterías situadas en las alas para proporcionar un total de 39
kilovatios por hora a los motores.
El director general de la Dirección General de la Aviación
Civil (DGAC), Patrick Gandil, estimó que esta experiencia permitirá avanzar en
“el control de gases de efecto invernadero”, uno de los problemas, junto al
acústico, más significativos de la aviación.
La intención de Airbus es alargar en los próximos meses su
autonomía e implementar la experiencia adquirida con este prototipo para, a
través de su filial, “Voltair SAS”, pasar a la fase de industrialización y
comercialización a finales de 2017.
La ambición de Airbus es que en 20 o 30 años se puedan
efectuar vuelos comerciales de hasta 60 pasajeros en aviones impulsados de
forma exclusiva por energía eléctrica.
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